Víctor Navarro Brotons

  Grau:

  Catedrático de Historia de la Ciencia

  Instituição:

  CSIC - Univ. de València

 

Formato: Oral

Resumo:

 

  En la segunda mitad del siglo XIX la actividad científica en el campo de la astronomía experimentó en España un apreciable desarrollo aún por investigar en gran medida. En esta época sólo funcionaban dos observatorios oficiales: el de Madrid, vinculado a la Universidad, y el de San Fernando. Sus principales protagonistas, como Antonio Aguilar y Vela, Francisco de Paula Márquez y Roco, Cecilio Pujazón, Juan Viniegra, Miguel Merino y Vicente Ventosa, además de los trabajos sistemáticos u ocasionales publicados en los anuarios  de los observatorios en los que trabajaban, así como en diversas revistas españolas, también publicaron algunos trabajos en revistas europeas. En este sentido, el carácter internacional de la actividad astronómica favoreció considerablemente la comunicación  de los astrónomos españoles con los extranjeros. Así, los españoles participaron activamente en la observación de los eclipses de sol de 1860 y 1870, cuya franja de totalidad atravesaba la Península, y el de 1878, total en Cuba. También participaron en la observación de los pasos de Mercurio (1878) y de Venus (expedición a las Antillas). El Observatorio de San Fernando se unió también a la empresa de la Carta del Cielo.

  Los eclipses de Sol de 1900, 1905 Y 1912, cuyas franjas de totalidad barrieron  la Península, como los citados antes, implicaron un auténtico aluvión de astrónomos de todo el mundo, con los que colaboraron astrónomos profesionales y aficionados españoles, estos últimos frecuentemente como ayudantes, aunque diversos centros españoles organizaron sus propios equipos de investigación. En este sentido, los eclipses impulsaron la coordinación de esfuerzos entre los españoles y la colaboración con los extranjeros.

  En las primeras décadas del siglo XX se fundaron nuevos observatorios, como el de la Cartuja (1903) en Granada, el Fabra (1904) de Barcelona (donde existía, además, desde 1897 el Observatorio "català" creado por el industrial Rafael Patxot), el del Ebro (1905), en Tortosa, además de los observatorios universitarios de Barcelona y Valencia (1910), promovidos por Ignacio Tarazona por estos mismos años. También se crearon nuevas sociedades, como la Sociedad Astronómica de Barcelona (1910), y la Sociedad Astronómica de España y América (1911).

  El propósito de esta comunicación es comentar algunos aspectos destcacados de esta actividad, con particular atención a dos protagonistas relevantes de la misma: José Joaquín Landerer (1841-1822), un destacado astrónomo “amateur” que mereció el premio Janssen en 1901, y Antonio Tarazona y Blanch (1859-1924), fundador de los observatorios astronómicos de las Universidades de Barcelona y Valencia.